martes, 11 de abril de 2017

El día que no pueda más.

No sé cómo decirte que había echado tanto de menos tener ilusión, que mi cabeza se ha echo un cuento y las perdices se lo han comido.
Tengo una mente, con partes tan blancas y borradas, que le das un simple lápiz y te pintan cien colores.
Otras veces tengo estuches amontonados llenos de lapiceros y solamente consigo pintar en blanco.

Y tú, llegas, de color magenta, a mi vida, escribes el título de mi disco favorito, haces la maleta y te tiras por la ventana, y dime, qué hago yo con mi vida de ilusa.
Qué hago con mis ilusiones, y qué hago haciendo como que te culpo de ser la nube que tapa el sol, si en verdad me diste el rayo de luz que me faltaba para que mi organismo tuviese vitamina D.

No sé si pretendo escribir en blanco y negro, en pintar tres arco-iris o tragarme a mí misma sin escupirme.

Me gustaría ver con tus ojos tres segundos de mi tiempo, del lento, y ver si me ves como una orquídea o como una abeja que a veces produce miel.

No quiero más llantos sobre lluvias de estrellas, ni bailes de nubes blancas en días grises; ni mucho menos que me despierte el sol entrando por las rendijas de la ventana si existes tú.

Con lo fácil que es entender una canción de Extremoduro, y lo difícil que es explicártela a ti, pero es que 'se te nota en la voz, por dentro eres de colores', y quiero ver contigo el naranja del anochecer, y sentarme en nuevos lugares para descubrir, incluso quiero aprender (de ti).

No sé qué hago hablándole hoy a la luna, que por cierto, está tan preciosa como llena, sobre ti; que fuiste una estrella fugaz y a saber dónde te hayas caído.

(Sí, me he emocionado al hablar 1 hora con una persona con la que no volveré a hablar en la vida, y necesitaba soltar algo distinto y salir del pozo, aunque en un rato vuelva a tirarme a él.)