sábado, 14 de enero de 2017

Simplemente.

Tengo la necesidad de sentirme gris, rodeada de paredes rojas y techos blancos. Me siento obligada a salir a la terraza y querer tirarme por el balcón de un piso bajo, a modo de susto, para no matarme.
Me gustaría salir a ver la niebla, a desnudarme y notar el frío, a respirar y soltar vaho como si alguien estuviese disfrutando a caladas un cigarro vacío dentro de mí.

Que no se moleste mi cuerpo en decirme que quizás mañana todo cambia, y nada es así, porque hoy voy a darme el lujo de no creerle, que bastante hace sufrir. Y encima me quejo, cuando le digo vamos a dormir y lo intenta; vamos a despertarnos y teclea con sus dedos una de mis canciones favoritas con tal de que me despierte un poco feliz, and imagine there's no heaven, it's easy if you try, no hell below us, above us only sky. Y el cielo quizás no lo veo, pero me muevo para intentar verlo 10 minutos después de 5 minutos más y un poco de para qué levantarme. Hoy no.

Deseo un abrazo en una cama casi de matrimonio, ocupando una esquina cerca de muchas fotos y luces de navidad aunque sea abril. No pretendo que me quieran, ni siquiera que lo intenten; es más verlo como un acto vandálico hacia lo cotidiano; un sueño relativo en una cama a las 4 y media de la mañana. Tampoco pretendo que sea algo verdadero como tal, sólo que caliente y esté dispuesto a escucharme llorar, y que al verlo, el abrazo sea aún más fuerte; porque sinceramente no necesito palabras.

No sé qué pretendo, pero soy conocedora de una lista de acciones y metas que (hoy) no creo cumplir. Pero ahora te digo que quizás pasado mañana sí.
Simplemente, no te preocupes por mí.

viernes, 6 de enero de 2017

Día de Reyes.

Ojalá esta noche vengan los reyes, pero los de verdad, los no materialistas.
Los que realmente no existen, pero de vez en cuando creo en ellos. Digamos que cada persona tendrá unos reyes magos distintos, cada uno con una voz y una cara diferente, con un sexo definido o a saber pero no debe importarte; quizás no son tres, porque son dos o quién sabe.
Estos reyes son la clara combinación entre lo bueno, lo malo y la neutralidad, y estos últimos pueden cambiar su ser a una u otra cosa dependiendo del momento de su vida.

Los reyes viven en nosotros, somos nosotros mismos; ya sea cuando nos damos el capricho de madrugar para ver un amanecer, cuando aquel día decidimos andar, e incluso cuando nos planteamos qué y cómo vivir.
Los reyes magos traen regalos, supuestamente, y los regalos pueden ser buenos y malos, pero los calificaremos simplemente como distintos.
Un día conoces al rey felicidad de tu vecino, otro le presentas tu rey tristeza a un desconocido, otro te tiras al vacío sin tu rey, sin ser nada, y al momento otro rey despierta dentro de ti y te convierte el suelo en agua, y te ablanda un poco el golpe, pero la hostia te la vas a dar, que te la mereces, si no te pondría un colchón.

Llama a tus reyes como quieras, aunque no tengas su número y no puedas llamarlos cuando te apetezca porque se autoinvitan a tomar algo en el bar de los recuerdos y la música rara al que sueles ir.
Y no te avisan, de que a veces dan miedo; que unas veces son lobos y otras corderos, y otras veces, simplemente quieren comerte, pero huyes, en el sentido literal y metafórico, y corres volando, y vuelas de pie.

Ojalá un día te presente a mis reyes, y tú a los tuyos, y no estén debajo del árbol.



Siento esta entrada, simplemente ha sido un día malo y bueno a la vez digno de recordar y olvidar, pero como siempre, sin poder.

martes, 3 de enero de 2017

Cáncer y voleadores.

No hacen falta días cercanos a los reyes magos para ver enfermedades, ni niños enfermos...
Esta vez me voy a centrar en los niños, y explicaré porqué. Necesitaba sacar esta parte de mis pensamientos fuera de mí.

''Cada año se diagnostican cerca de 1.400 nuevos casos de niños con cáncer en España de 0 a 18 años. A pesar de ser una enfermedad rara, el cáncer infantil es la primera causa de muerte por enfermedad hasta los 14 años. El tipo de cáncer más frecuente en los niños es la Leucemia (25%), seguido de los tumores del Sistema Nervioso Central (19,6%) y los linfomas (13,6%), según el Registro Nacional de Tumores Infantiles.''

Me entristece ver todos los días noticias de este tipo en el telediario; ver cómo niños nacen luchando para vivir. Guerreros que no paran de sonreír aunque estén muriendo por dentro; que sacan fuerzas hasta sin poder apretar los dientes, y hacen un sprint constante, ocultando las muestras de cansancio con el único fin de seguir corriendo y correr más carreras.

Ese porcentaje de niños, adolescentes, jóvenes... (adultos, personas mayores; personas con diferentes patologías diferentes del cáncer) son nuestro futuro. Un futuro que desgraciadamente ante de tener zapatillas ya tiene que andar descalzo por cenizas de incendios de una isla desierta, hasta que alguien llega y le tiende la mano. Y en ese alguien hablamos de familias, de amigos, de personal médico en general, y de personas ajenas al caso que sólo buscan servir de ayuda.
Ojalá en unos años, nuestro futuro no tenga que pasar por estas piedras y pueda tener la libertad de un niño para hacer todo lo que quiera, pero nunca estar enfermo de esa manera tan temporal, tan sorpresa al fin y al cabo, porque aparece y hoy le ha tocado a él, pero mañana me puede tocar a mí.

Me llenan de alegría los niños enfermos; explico esto: un día, volviendo de correr, por la zona del hospital me crucé a una niña con un pañuelo en la cabeza, muy pálida, y lo primero que pensamos al ver a estos niños es un 'está enfermo', y están llenos de ternura, me entran ganas de abrazarlos y de decirles lo valientes que son, y no o hago por si les asusto, pues no me conocen, ni yo a ellos.

Estoy realizando unos estudios relacionados con la rama de sanidad, y me alegra haber escogido este camino, ya no sólo viendo a estos niños, sino a enfermos en general, a personas que necesitan ayuda y alguien que les diga 'todo va a ir bien', 'todo va a pasar', y en un futuro cercano yo quiero ser esa persona.

Hace también un tiempo, encontré en Instagram a una chica, léi el pie de página, y me llamó tanto la atención, que me metí en su cuenta; era una chica con cáncer, de mi edad, y preciosa. Y pensé en la vida que le queda por delante, y la que nos queda a las personas e general, y cómo la malgastamos de malas maneras... Hay que vivir, no intentar esquivar cosas que no puedan ser saltadas, y sonreír, por ti y por el que te ve.

Quizás me puedan decir, ¿dónde está la lógica de esta entrada?, y quizás no la tenga, pero necesitaba escribirla e intentar decirle a algunas personas que son unos luchadores, y que es increible cómo se convierten en personas maravillosas. Persona que esté leyendo esto, nunca te canses de luchar, ni de vivir.

Un abrazo enorme a todas las personas que le permiten a su sangre luchar un día más dentro de su cuerpo. Y a Albert Espinosa, como mi escritor favorito, por animarme sin estar enferma a través de sus libros, y por servir de ejemplo a personas que sí necesitan manos cerca.
Ah, y por favor, hospitales, a ver si diseñáis mejor las paredes de vuestras habitaciones y hacéis ventanas más grandes, porque son espantosas.